ENG
It was an idyllic weekend at Mas Can Batlle, located in Santa Pau, Girona, in the north of Catalonia, where Nadine and Marc tied the knot, surrounded by nature and celebrating a wedding as particular as it was unique. Maintaining a country style at all times; from the accommodation for the guests, the outdoor activities and the aesthetics of the bride and groom, all these elements played key roles in creating that atmosphere and giving life to that sacred rite atmosphere, taken from a movie, as if it were a summer solstice festival away from the big city.
From our first contact, both knew how to give me exact details of what to expect both myself and the other guests for those days at Mas Can Batlle. A proposal based on the collective experience in order to connect in a peaceful environment surrounded by people who exuded good energy, which became a plus for the celebration. There was room for everyone, from the youngest to the most intelligent, as well as the most creative people in their environment.
My presence, on the other hand, was more like that of a guest than a wedding photographer, because considering the final material, this union resulted in a documentary record rather than something that belonged to the newlyweds. They decided to go against the norm to do it in the most modern and creative way without much protocol. Among their suggestions, they only specified as the only creative proposal that the aesthetics would be a mix between the universe of Wes Anderson and Vogue magazine, very much in line with my visual and editorial preferences, respectively. Thanks to the trust placed in me, with Nadine and Marc I began the path as a wedding photographer, which brought me here, being this event in particular that pushed me to want to get into it fully until today.
ES
Fue un idiliaco fin de semana en Mas Can Batlle, ubicado en Santa Pau, Girona, al norte de Catalunya, donde Nadine y Marc dieron el sí, rodeados de la naturaleza y celebrando una boda tan particular como única. Manteniendo un estilo campestre en todo momento; desde el alojamiento para los invitados, las actividades al aire libre como la estética de los novios, todo estos elementos jugaron papeles claves en concordancia para crear esa atmósfera y darle vida a ese ambiente de rito sagrado, sacado de alguna película, como si de un festival de solsticio de verano alejados de la gran urbe se tratara.
Desde nuestro primer contacto, ambos supieron darme detalles exactos de lo que me iba a esperar tanto yo como los demás invitados para esos días en Mas Can Batlle. Una propuesta basada en la experiencia colectiva con el fin de conectar en un entorno de mucha paz rodeado de personas que destilaban buena energía, la cual se conviritó en un plus para la celebración. Hubo lugar para todo el mundo; desde los más pequeños hasta las personas más logenvas, como también las personas más creativas de su entorno.
Mi presencia, en cambio, respondía más al de un invitado que a de un fotógrafo de bodas, pues considerando el material final, de esta unión salió un registro documental más que algo propio de los recién casados. Ellos se plantearon ir contra lo establecido para hacerlo de la manera más moderna y creativa sin mucho protocolo de por medio. Entre sus sugerencias, solo me especificaron como única propuesta creativa que la estética sería un mix entre el universo de Wes Anderson y la revista Vogue, muy acorde a mis preferencias visual y editorial, respectivamente. Gracias a la confianza depositada en mí, con Nadine y Marc comencé el camino como fotógrafo de bodas, el cual me trajo hasta aquí, siendo este evento en especial que me impulsó a querer meterme de lleno hasta el día de hoy.
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