Entre la intersección donde se cruzan el arte y la vida, como persona creativa me siento completamente atraído por la belleza, la estética y mi entorno. Bajo ese argumento, admito que soy un fiel creyente de que una imagen debe evocar algún tipo de sentimiento o asombro; como fotógrafo de bodas es anticiparse a cualquier indicio de emoción en ese instante. 

Poder contar historias de amor me hace sentir una persona íntegra pues en un pasado también pasé por el altar, lo que conlleva a que me sienta muy comprometido a hacer sentir especial a la pareja que voy a fotografiar, comprendiendo desde el primer contacto sus inquietudes y sugerencias para la noche soñada. En un contexto tan exclusivo y único, como es el día de tu boda, cada detalle es imprescindible.