Desde Irlanda, la pareja decidió celebrar su unión en el campo catalán.
Un día lleno de emociones, risas y (muchas) lágrimas.
Filmado con Andrzej Witek.
EN
España es un lugar maravilloso para las parejas que buscan casarse en un lugar que no sea su país de origen. Cataluña, en particular, ofrece algo especial gracias a la diversidad de sus paisajes, su ambiente acogedor para extranjeros y un clima atractivo durante todo el año. Y si a esto le sumamos el mar Mediterráneo, podemos decir que el noreste de la Península Ibérica es un gran atractivo que enamora a cualquiera. En este caso, Rosie y John, una joven pareja irlandesa, se dieron el "sí, quiero" una cálida mañana de sábado/domingo de abril en Sant Pere de Ribes, en la comarca del Garraf, a unos 40 km al sur de Barcelona.
Una boda en la que participé como segundo fotógrafo, convocada por mi colega, Andrzej, quienes me tuvieron en cuenta para retratar ese día. Fue una ceremonia sencilla pero muy emotiva, donde familiares y amigos cercanos de los novios conmovieron, con sus respectivos discursos, toda la mesa durante el almuerzo nupcial. Fue un día que transcurrió despacio, a un ritmo pausado pero con gran disfrute, alargándose hasta la noche. Conocer a Rosie y John fue un gran placer y una grata sorpresa; una pareja que supo transmitir sensibilidad, complicidad y mucho amor.
ES
España es un lugar maravilloso para aquellas parejas que buscan contraer matrimonio en un sitio ajeno a su lugar de procedencia. Y en particular, Catalunya ofrece algo más gracias a la diversidad de sus paisajes, su entorno amigable ante las personas foráneas y un clima que atrae durante todo el año. Y si sumamos al mar Mediterráneo a esta ecuación, podemos afirmar que la parte noreste de la península ibérica es un gran atractivo que puede enamorar a cualquiera. En este caso, Rosie y John, una joven pareja irlandesa, dio el ´sí, quiero´ en una mañana cálida de sábado/domingo de abril en Sant Pere de Ribes, ubicado en la comarca de Garraf, a unos 40 km al sur de la ciudad de Barcelona.
Una boda de la que fui parte como fotógrafo segundo, convocado por mi colega, Andrzej, quien me tuvo en cuenta para retratar aquel día. Fue una ceremonia sencilla pero muy emotiva, donde familiares y amigos cercanos a la pareja se emocionaron, con sus respectivos discursos, a toda la mesa durante el almuerzo nupcial. Una jornada que se desarrolló lentamente, a un ritmo tranquilo pero de gran disfrute, extendiéndose hasta el anochecer. Conocer a Rosie y John fue de gran agrado y una linda sorpresa; una pareja que supo transmitir sensibilidad, complicidad y mucho amor.